Boda de abril, sin aguas mil.
Desde el primer momento tuvieron claro tener una boda a su gusto y con su gente.
Comenzamos con el novio en su casa, llena de gente también arreglándose, y con sus sobris correteando por allí. Vivimos momentos muy especiales y emotivos en aquella casa.
Luego volvimos a Ciudad Real, a los preparativos de la novia, que radiante nos estaba esperando con sus ayudantes especiales y que, en un pis-pas, la tenían lista.
Con la hora del reloj siempre controlada volvíamos al pueblo del novio, donde nos habían pedido fotografiar la llegada del novio a la ermita donde sería la ceremonia.
Una característica de esta boda fue que, en todo momento, la música, de una forma u otra, estuvo muy presente…. y es que no podía ser de otra manera porque nuestros novios son músicos.
¡A ver si descubrís en algunas de las fotografías un guiño a este arte! 😉
¿Habéis visto? música por todos lados jejeje
Pero bueno, ahora nos gustaría contaros una anécdota. Y es que… en esta boda casi nos toca hasta empujar el coche de los novios jejeje. Ya se habían ido casi todos los invitados al cóctel ¡y nada!, ¡que no arrancaba para irnos a hacer los retratos!, pero los amigos que quedaban y algunos que pasaban por allí se remangaron y ¡arrancó!
Hicimos unas poquitas fotografías de retrato y corriendo nos fuimos hacia el cóctel y el banquete.
Y llegó la fiesta… y vaya fiesta… Con Karaoke y todo. Los familiares y amigos lo dieron todo.